I.Mediador aquí y ahora.
En la República Argentina, conforme nuestra organización estatal, la legislación sobre Formación en Mediación se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en cuanto a las condiciones a cumplir para ser mediador. Efectuada lo que se llama Formación Básica en Mediación, a ello se agrega luego el temple y profesionalización como mediador que se conformará por varios factores: capacitación, especialización, la práctica profesional, el trabajo con sí mismo.
Ese ejercicio incluye la autoreflexión, la supervisión y el compartir con otros mediadores. Tanto en comediación como en ateneos al efecto.
Todo aquello que se propone a las personas que confían en nuestro rol de tercero neutral, tenemos que contar nosotros mismos en lo personal e íntimo, y con un proceso reflexivo propio al respecto.
Un mediador puede conocer perfectamente, manejar y utilizar las herramientas comunicacionales adecuadas, aunque si internamente no se siente y practica lo que se propone, difícilmente pueda ser creíble y verdaderamente confiable.
El ser mediador convoca a exigencias personales ineludibles y estar en mediación convoca a su vez a estar ahí y no en otro lugar.
Parece muy exigente y lo es, porque las personas traen un dolor, un malestar y lo expresan, lo cuentan, lo narran a un tercero extraño a su vida y que le propone que confíe en él.
¿cómo se prepara un mediador para diferentes tipos, clases, o mediaciones de diversa naturaleza? La pregunta viene porque hay un llamado profesional a ubicarse en la temática particular, donde habrá exigencias emotivas, que convocará a una mayor fortaleza personal.
El mediador cuenta con una herramienta poderosa, la pregunta. A los mediados y a sí mismo. Animarse a preguntar y a preguntarse. Sólo con la pregunta, obtenemos información, para luego procesar, administrar y usar. Hacerse preguntas con sinceridad y animarse a escuchar las respuestas.
Algunas preguntas que propongo: ¿Quiero, estoy dispuesto, me siento en condiciones, profesionales y emocionales de conducir cualquier clase de mediación?
¿Quiero, estoy dispuesto, me siento en condiciones, profesionales y emocionales, de conducir una mediación: de naturaleza familiar; con niños, con adolescentes; con adultos mayores; con antecedentes de violencia; con hechos presuntamente delictivos; con muchos participantes, ya sea por un tema comunitario o de otra índole; entre vecinos, un expediente de naturaleza civil o comercial?
Esto requiere tiempo, calma, espacio. Requiere dedicación.
La mediadora Yaqueline Marineau[1], propone el “mediador humanista”, pensar la mediación de manera humanista y humanitaria. Ella habla precisamente de un modelo de “Mediación Humanista”. Invita a trabajar con nuestro interior, con nuestras propias emociones y energía. Propone que el mediador trabaje con meditación y auto observación y proponer esto a los mediados. Se trata de un profesional ocupado en su yo interior, no un super humano, sino un responsable humano con sí mismo.
El mediador que se ocupa de su crecimiento profesional, está en condiciones de proponer y brindar a partir de esta formación y las herramientas, otras figuras de tercero neutral, imparcial, objetivo: puede ser un facilitador, puede ser un conciliador, puede ser un tercero que ayuda a negociar.
El mediador es responsable del ser mediador y estar en mediación, es responsable de su propia humanidad ofrecida a los participantes.
El trabajo podrá ser la propia terapia psicológica, compartir con colegas en clave de reflexión, estudiar material específico. Trabajar en encuentros de clínica, implica también mucho respeto. Si la intención es dialogar profesionalmente sobre inquietudes académicas, procedimentales, personales, debe ser en un marco de confidencialidad y respeto, por los sentimientos del compañero y los propios. Será con generosidad y como dice la hermosa de Yaqueline Marineau, humanista. El desafío es crecer.
Humberto Maturana en su libro “El árbol del conocimiento”, expone sobre “uno mismo mediador” y la responsabilidad, con la ética como mediadores.
“Todo acto humano tiene lugar en el lenguaje. Todo acto en el lenguaje trae a la mano el mundo que se crea con otros en el acto de convivencia que da origen a lo humano; por esto, todo acto humano tiene sentido ético. Este amarre de lo humano a lo humano es, en último término, el fundamento de toda ética como reflexión sobre la legitimidad de la presencia de otro.”
En esto de reflexionar, que no ha de ser sencillo, el disponerse en tiempo, espacio, actitud. Reflexión sobre el trabajo y objetivos y si nos inquieta la paz, como seres humanos.
“… La reflexión es un proceso de conocer cómo conocemos, un acto de volvernos sobre nosotros mismos, la única oportunidad que tenemos de descubrir nuestras cegueras, y de reconocer que las certidumbres y los conocimientos de los otros son, respectivamente, tan abrumadoras y tan tenues como los nuestros.”[2]
II-Satisfacción de mediadores y mediados.
La aventura de mirarse a uno mismo, de bucearse, hasta lo más profundo, es insoslayable como mediadores.
Considero que este trabajo interior y propuesto a los otros, es inescindible del cómo nos sentimos como mediadores en una mediación, qué ámbito de confianza y de comodidad generamos y a su vez qué provoca en los mediados.
El poder conocer cómo se sienten las personas y cuál es su evaluación de un proceso de mediación en sus diferentes fases y en relación a los mediadores, es un tema especial. Sabemos que la mediación transforma y produce satisfacción, ¿cómo registrarlo, corroborarlo, sistematizarlo de alguna manera?.
En cuanto a la opinión y sentir de los mediados, en relación a cómo se sintieron atendidos, el trato recibido, los tiempos insumidos, la calidad de los profesionales, sus opiniones.
Medir en términos estadísticos, es positivo. Medir es útil para los que lo miran desde otro lugar y toman decisiones estructurales quizás, en virtud de ello. Es útil para los integrantes de la propia oficina en el caso, equipo de mediadores, socios mediadores, el formato de gestión en el que se desarrollen, para mirarse a sí mismos, de manera crítica. Esto refleja qué se está haciendo y cómo. Servirá para observase en fortalezas, capacidades, habilidades y poder potenciarlas. Por otro lado, también devela las limitaciones, dificultades o cuestiones a trabajar, y así explorar métodos de superación.
Un estadístico bajo alguna modalidad de gestión aporta información objetiva. Para obtener información más subjetiva una alternativa es una encuesta de satisfacción. No obstante que las encuestas sirven para medir numéricamente. En este caso está pensada para leer sentimientos, emociones, expectativas.
En el ámbito en el que trabajo la implementé hace aproximadamente siete años. La encuesta es sencilla, el objetivo es conocer: cómo llegaron o conocieron la oficina, cómo se sintieron tratados, qué fue lo más positivo que obtuvieron, si elegiría el espacio nuevamente y sugerencias/observaciones. Cuenta con opciones, para marcar con una cruz o un redondel o cómo le surja a la persona. Es anónima, no obstante que la persona que la completa puede si desea firmarla, consignar su nombre. Al final, hay un agradecimiento: “Gracias por su colaboración para un mejor acceso a la justicia”. Se consigna la fecha y el nombre de los mediadores intervinientes. Se completan al final de la reunión, indistintamente si hubo acuerdo o no.
Al terminar las mediaciones y realizadas por quienes desearon completarla, se comparte entre los mediadores.
En la respuesta a las encuestas hay palabras que se van repitiendo en esta propuesta de que cuenten, cuál fue el aspecto más positivo. Palabras únicas, que guardan un simbolismo contundente.
La gente nos salva. Las personas con sus conflictos y con su esfuerzo nos enseñan y nos muestran un mundo desde otra mirada.
Comparto algunas respuestas de esas encuestas:
Ante la pregunta de ¿Cuál fue en su opinión el aspecto más positivo del espacio de mediación?, algunas de las respuestas, son estas:
La mediación. El diálogo. La cordialidad. Poder encontrarme. Ser escuchado. Descargarme. Poder comunicarme. El acercamiento. El trato y la conversación. Poder hablar libremente. El trato de los mediadores. La sinceridad.
Más respuestas:
Ayudarnos a entendernos a ambos. Que se llegó a un acuerdo positivo de las dos partes. Que podés ver lo que estaba mal de cada parte y buscar una solución. Poder resolver un conflicto en dos reuniones, que de judicializarlo hubiese insumido dos años por lo menos. Que se pudo llegar a un acuerdo positivo. La comunicación y el diálogo consiente. Sentirme respetada y escuchada. El trato y la experiencia de los integrantes de este servicio. La capacidad para el manejo del conflicto y la amabilidad puesta al servicio de la gente. Mi opinión más positiva fue o aspecto, el cual mi marido pudo medianamente llegar a una mediación, para ver si puede acercarse a mis hijos, eso es positivo para mí. Lo positivo de este espacio, fue que me ayudaron a conocerme más yo misma. El poder sentirme que alguien se interesa por el bienestar familiar.
La mediación está llena de voces. La voz de los mediados. La voz de los mediadores. La voz de los presentes ausentes. Las voces silenciadas. Las voces fonadas. Las voces escuchadas y las acalladas. Voces insospechadas. El ensamble de voces y sentires hace la maravilla de la transformación.
[1] Yaqueline Marineau, es Arqueóloga, Mediadora, fundadora de, Centro de Mediación et de Formation à la mediación, que de acuerdo con el Ministerio de Justicia de Francia trabaja en estrecha colaboración con el Tribunal de París. Desarrolla su método de mediación llamado “Humanístico”.
[2] Maturana R, Humberto, Varela G. Francisco, El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del Entendimiento Humano43 Lumen. Editorial Universitaria. 2003
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