El trabajo de intervención se originó en una escuela secundaria de característica socioeconómica y cultural media, media-baja a la que asiste un importante porcentaje de niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad social. Este establecimiento educativo de Santa Rosa, La Pampa, ha destinado desde sus inicios un enorme esfuerzo, tiempo y preocupación para dar respuesta a las incontables situaciones dramáticas que afligen a esta especial franja de la población etaria, propugnando siempre el aprendizaje social y emocional de sus educandos. En el último tiempo comenzó a sentirse, cada vez con mayor insistencia, el reclamo de una actuación escolar directa que implicara una fuerte tarea de educación en valores. Recogida la inquietud desde lo organizacional, se reconoció la necesidad de efectuar un diagnóstico técnico preciso del escenario real para poder elaborar a posteriori una propuesta que posibilitara un abordaje de las dificultades existentes. Se procedió a un extenso trabajo de investigación que incluyó la aplicación de variados Instrumentos de Medición (Cuestionario de Comunicación Familiar de Barnes y Olson, Escala de Valoración parental de la escuela, reuniones y charlas frecuentes con el plantel directivo y docente, preguntas de indagación a los profesores, observación de clases y recreos, entrevistas efectuadas en diversos ejes de la comunidad barrial, etc.), constatándose la preocupación por la violencia escolar en sus variadas manifestaciones, dado que impedía el normal proceso de la enseñanza y afectaba seriamente a las relaciones interpersonales. El estudio buscó mantener una mirada no sólo multicausal sino fundamentalmente relacional y explicativa, entre adolescentes-familias-escuela y comunidad que posibilitara una pertinente intervención ante conductas problemáticas tales como el consumo de sustancias, acciones disruptivas o con un alto monto de agresividad, deserción escolar, elevado índice de repitencia, falta de diálogo parental, carencia de grupos identificatorios, etc. Por ello, se elaboró un cuestionario en el que:
Tanto la violencia que se recibe como la que se genera en la escuela tiene para los actores escolares diferentes significados. Las conductas violentas o agresivas guardan estrecha relación no solo con lo que ellas en sí mismas intentan dar cuenta sino con el grado de importancia que se les asigna, esto es, con el tiempo y el esfuerzo que se dedica a realizar una adecuada lectura de su significado, contención y búsqueda de resolución. Ahora, debe ser claro que nunca debemos dejar de prestarles atención porque una vez que la violencia se instala en la escuela, es muy difícil erradicarla. Se formuló la propuesta procurando armar un dispositivo que diera cuenta de la realidad en su máxima expresión de complejidad, una suerte de instrumento a través del cual disparar un enorme caudal de interrogantes y respuestas, un conector para que los diferentes involucrados lograran identificar lo siguiente: las conductas propias y ajenas que provocan conflictos; distinguir los conflictos que se manifiestan en la escuela, pero que son producto de situaciones que exceden el marco escolar; reconocer las características y los elementos que intervienen cuando los conflictos se elevan hasta convertirse en violentos; construir saberes y conocimientos facilitadores de acciones que prevengan y contengan la violencia escolar.
Con la plena convicción de que con una herramienta eficiente era posible modificar las formas de relación entre actores institucionales, y abordar la heterogeneidad de desavenencias emergentes, cambiando el clima colectivo existente, es que se fueron trazando los lineamientos de este Plan que desde hace un tiempo ha comenzado a desplegarse en el seno de las aulas del establecimiento referido y que, día a día, las inunda con la certeza de que otros modos más pacíficos y armoniosos de convivencia son posibles.
Con los principios básicos de un nuevo modelo educativo y de pedagogía pacífica, dirigidos a eliminar la violencia de la educación tradicional y, en consecuencia, poner en crisis los principios establecidos, se formuló un sistema basado en el uso del diálogo, el aprendizaje cooperativo, la solución de problemas y el afianzamiento del estudiante. La instalación de este modelo comunicacional y de abordaje alternativo de conflictos conllevó que el proyecto fuera dividido en diferentes fases, algunas trazadas para operar de modo consecutivo y, otras, simultáneamente. El esbozo fue el siguiente:
A-Lanzamiento del Programa de Mediación en la Escuela y creación del Centro de Mediación Escolar: durante los primeros meses del ciclo escolar comenzó a ofrecerse un servicio de mediación para resolver las disputas existentes entre los alumnos, entre éstos y los adultos, y entre adultos. Se explicitó que si bien inicialmente, el mediador podía ser un mayor (profesor, director u otro), el propósito era que al cabo de un tiempo, este papel lo adoptara un alumno, que ayudara a resolver algunas de las divergencias que surgieran entre sus compañeros. Así actuarían en equipo de co-mediadores en pos de resolver las disputas que se dieran entre escolares y docentes. Hecha la difusión de este nuevo espacio se buscó que todos los miembros de la comunidad escolar pudieran internalizar las funciones y objetivos que se perseguían en ese ámbito. Cada una de las problemáticas atendidas y el bagaje técnico desplegado pudieron ir revelando de qué modo el mediador escolar facilita la comunicación para que los involucrados en el conflicto puedan exponer, escuchar y comprender qué es lo que reclama cada uno, haciéndole conocer a cada cual sus derechos y obligaciones, colaborando para detectar y consolidar las coincidencias y ayudándolas a la construcción de un acuerdo por consenso.
Señalaremos dos aspectos que han sido el “hallazgo” y los ejes que han sustentado el quehacer cotidiano: primero, la heterogeneidad de disputas, pues si bien la inquietud inicial emanó de la preocupación por el creciente nivel de violencia observado, las sucesivas consultas realizadas en el “Centro de Mediación” abrió un abanico de problemáticas y actores en juego, cuya descripción resulta imposible de efectuar en la extensión de este artículo. El segundo eje es la multicausalidad de las divergencias, puesto que los factores que originan conflictos en la escuela no son únicos ni simples, si no que combinan en muchos casos distintas variables. Esta complejidad del conflicto llevó a la necesidad de conformar internamente un Equipo Técnico (psicólogos, psicopedagogos, abogados y otros expertos) que pudieran ser fuente permanente de consulta y monitoreo del trabajo realizado. Asimismo, dio impulso (externo) a la concreción de un trabajo en red con otras instituciones provinciales que empezaron a colaborar en el abordaje de los diversos emergentes (adicciones, violencia, situaciones de vulnerabilidad social/familiar).
B-Programa de formación de mediadores: esta herramienta se estructuró en torno a un Programa de Formación sobre Nuevos Modelos de Comunicación y Resolución Alternativa de Conflictos según el cual los docentes transmiten a sus alumnos los conocimientos sobre mediación escolar y estos, a su vez, a compañeros, familiare y amigos, construyendo así una red comunicacional que incluye al conjunto de la comunidad educativa y vecinal de pertenencia. En una primera etapa se trabajó con el plantel docente en dos niveles:
C-Conformación de una Unidad de Contención y Derivación: se propuso también capacitar a los docentes en los distintos tópicos que hacían a la problemática social, en tanto eran ellos casi exclusivamente quienes cotidianamente cumplían la función de receptores y contenedores, brindando su escucha y sostén. Las respuestas vertidas en el Diagnóstico permitieron observar que los estudiantes tenían como referentes válidos ante situaciones de conflicto en primer lugar a los docentes y luego a sus compañeros. Se trató de aprovechar el reconocimiento que los alumnos otorgaban a estos adultos para que fueran ellos quienes enseñaran nuevos modos comunicacionales.
D-Capacitación paulatina de toda la institución escolar en técnicas de Mediación y elaboración de una red que pueda extenderse a toda la comunidad: la mediación escolar que propiciamos parte de la consideración y la tolerancia, el respeto hacia nosotros y hacia los demás, elementos que favorecen el clima organizacional adecuado a la función de la escuela. Desde el inicio del proyecto, nuestro interés fue extender el modelo hacia los alumnos; incorporar al programa a sus familias y reproducirlo a toda la comunidad social por medio de una red.
E-Código de Convivencia: El presente proyecto fue elaborado buscando destacar la importancia de generar y favorecer un espacio de encuentro entre el alumno y el adulto donde la medida disciplinaria interpelara y movilizara reflexiones, razones y responsabilidades. En pos de ello es que se propuso que la elaboración de un Código de Convivencia dentro de la Institución implicara la participación y elaboración conjunta de todos los actores de la comunidad educativa, especialmente del alumnado. Reflexionando sobre los Acuerdos Escolares de Convivencia se concluyó también que éstos serían legítimos en la medida que se les reconociera a los jóvenes y a los adultos las mismas posibilidades de igualdad ante la ley, aunque con diferentes roles y responsabilidades. El problema que han tenido históricamente las escuelas es que los alumnos se encuentran en “igualdad relativa” sólo con sus compañeros: y decimos relativa porque no estarán nunca en igualdad de condiciones un alumno de primer año que uno de 6°, y ni hablar con los adultos (profesores, auxiliares, tutores, administrativos). Emerge la necesidad de “No enfrentar los Acuerdos de Convivencia con los Códigos de Disciplina o Reglamentos de Disciplina”, pues unos dependen de los otros en sus posibilidades de aplicación. Los Acuerdos surgen de las normas, éstas son morales, éticas y jurídicas. Los jóvenes sólo podrán alcanzar acuerdos en la medida que sepan cómo y por qué aplicar las mismas, siempre que los responsables de formarlos se las enseñen. El primer gran VALOR a ser tenido en cuenta es saber qué es un Derecho y cómo se aplica el mismo. Por tanto los Acuerdos Escolares de Convivencia sólo pueden tener ese sustento en la medida que la Institución proponga un conjunto de normas tanto morales, éticas y jurídicas que se enseñen teóricamente en las aulas y se aprendan en la práctica, aplicando los Códigos Institucionales que disponen conductas, formas de convivencia y las posibilidades de hacer valer los propios derechos. Ahora bien, la propuesta de esta escuela concreta difiere del resto puesto que estableció expresamente que en las aulas se enseñen todos los valores y consecuentemente las normas. Al mismo tiempo hizo que sean los propios alumnos los que apliquen esas normas morales, éticas, derechos naturales y positivos, estableciendo los modos de ejecución específica y control de efectividad, es decir que el alumno “no sea un mero ejecutor de una sanción dispuesta por adultos”. A partir del trabajo efectuado, se consideró que los Acuerdos sólo surgirían de la enseñanza teórica y de la praxis de todas las normas, recordando siempre que los jóvenes son seres humanos en proceso de pasaje de la heteronomía a la autonomía y que si no se lo ponía “intencionalmente” en situación de praxis social ese proceso se demoraría en el tiempo a tal punto que se corría el riego de que no alcance nunca su condición de adulto.
Los múltiples sucesos acaecidos cotidianamente desde la implementación del Proyecto han puesto en relieve el gradual logro de los objetivos incluyendo, fundamentalmente, la sustentabilidad de la propuesta planteada. Efectivamente, en la escuela se logró:
Asimismo, se observa que surgieron y persisten:
Resumiendo, aunque el Proyecto se halla aún en una etapa inicial, las acciones que han prosperado son muchas:
REFERENCIAS
– ÁLZATE, R. (1999). “Enfoque Global De La Escuela Como Marco De Aplicación De Los Programas De Resolución De Conflictos”, En Brandoni, Florencia (comp.): Mediación escolar. Propuestas, reflexiones y experiencias (pp.75-94). Primera edición. Buenos Aires: Paidós.
-AVELLUTO, O. (2.008). Resolución de Conflictos (Compilación). Buenos Aires: EDUNTREF.
-GIRARD, K. y KOCH, S. (1.997). “Resolución de Conflictos en las Escuelas”. Barcelona: Gránica.
– JOHNSON, D. y JOHNSON, R. (1.999). “Los Alumnos como Pacificadores: cómo enseñar a los Estudiantes a resolver Conflictos”.
-PRAWDA, A. (2,002). “Resolviendo conflictos en la escuela. Mediación escolar”. México: Instituto Nacional de Ciencias Jurídicas y Sociales.
The original Model Standards of Conduct for Mediators was prepared in 1994 by the American Arbitration Association (AAA), the American Bar Association’s Section of Dispute Resolution (ABA DR) and the...
By Managing EditorUsed with permission of the Institute of Government, The University of North Carolina at Chapel Hill. Previously published in Public Management Bulletin, Number 2, September 1998. I. Introduction Mediators and...
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